Leyendas de la isla de Akdamar
En medio del inmenso lago Van, al sur de la Anatolia Oriental, hay cuatro islas. La segunda en tamaño, ubicada a unos 3 Km. de la costa, es la isla de Akdamar.
Es una isla de dura piedra gris, con acantilados de piedra caliza que se elevan 80 metros sobre el nivel del lago, en realidad 1.912 metros sobre el nivel del mar. Alberga una iglesia armenia del siglo X, conocida como Catedral de la Santa Cruz; fue construida entre los años 915 y 921 y pronto la vamos a conocer.
Pero antes, interesará al visitante conocer las leyendas de la isla. Empecemos por el nombre. Según se cuenta, un noble se enamoró de la hermosa Tamar a la que visitaba en la isla todas las noches. Una de esas noches una furiosa tormenta empujó la embarcación contra los acantilados y el enamorado se ahogó pronunciando el nombre de su amada “Ach Tamar”. Cuando Tamar supo la terrible verdad, enfermó y murió de amor. Desde entonces, la isla se llama Akdamar.
Durante los siglos IX y X se construyeron en Anatolia numerosas iglesias, bajo el reinado de Ashot I, de la dinastía Bagradid, quien estimuló el arte y la cultura. Su principal rival era el reino de Vaspurakan, en el que reinaban los príncipes Ardsrunis, que abarcaba desde el monte Ararat hasta el Lago de Urmia; sin embargo, en el año 908 hicieron un acuerdo y comenzó una etapa de construcción de iglesias y monasterios a gran escala bajo el reinado de Gagik, entre los que se encuentra la Iglesia de Akdamar, uno de los monumentos más emblemáticos de esta época.
En sólo cinco años se construyeron en la isla del lago Van fortificaciones, iglesias y palacios. La coronación del rey fue magnífica; se lo describió con una corona de oro macizo intrincado adornado con perlas y otras gemas preciosas, un caftán bordado en oro, la espada en un cinturón de oro y montado en un caballo con arneses dorados. Brillaba como el sol.
Se cuenta que los edificios, calles y jardines fueron diseñados por el propio Gagik, y que había huertos en terrazas y parques dentro de las fortificaciones de la isla. El palacio se elevaba en el centro de la isla y el resplandor de las cúpulas doradas se podía ver desde muy lejos. Los frescos que adornaban las paredes retrataban al rey sentado en el trono dorado, rodeado de la corte, músicos, bailarinas, soldados vestidos de gala, luchadores, leones y aves de diversos colores.
Sin embargo, nada de esto ha llegado hasta nuestros días; sólo quedan los cimientos del majestuoso palacio cuya grandeza se revela a través de los relatos y descripciones históricas, y cierto parecido con el palacio de Samarra, residencia de los califas abasíes, que mantenían relaciones amistosas con Gagik. Este palacio se encuentra al norte de Bagdad y fue construido por un califa abasí en el año 839 para albergar al ejército turco proveniente del Asia central.
Foto: Metin Enric

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