Claros, un centro profético en Izmir
En el año 1907 una expedición arqueológica francesa realizó un importante descubrimiento arqueológico: Claros, centro profético de Kolophon, una de las doce ciudades jónicas. Continuó explorándose hasta 1997, revelando un monumental santuario dedicado a Apolo, un templo de Artemisa, altares y dos hileras de monumentos honoríficos de la época helenística y romana alineados a lo largo de la vía que conducía al templo.
En 1988 por un equipo formado por especialistas de Francia y Turquía pudo explorar los niveles arqueológicos más antiguos, hasta encontrar estructuras del siglo X antes de nuestra era, altares arcaicos y otras destinadas a sacrificios; finalmente en el año 2000 continuaron las exploraciones a cargo de un equipo de la Universidad de Izmir.
Kolophon fue una ciudad poderosa; se encontraba en la actual Menderes, en la provincia de Izmir, a 20 Km. de la ciudad. El bosque sagrado de Apolo se ubicaba cerca de su puerto, Notio, y el santuario ya era mencionado por Hesíodo y Homero; en realidad se trata de un antiguo lugar de culto, ya que en las proximidades se encontró una cueva sagrada que estaba dedicada a Cibeles.
Su origen legendario está relacionado con el adivino Mopsos, hijo de Manto y nieto de Tiresias; los hallazgos demuestran la antigüedad del culto a Apolo y su vigencia durante casi doscientos años, como un conjunto de estatuillas de excepcional valor, comparables a las de Samos o las de Mileto.
Kolophon fue destruida a comienzos del siglo III a.C. y sus habitantes fueron deportados a Efeso, pero el santuario renació y rivalizaba con otros grandes de la región. Se hizo famoso por sus concursos poéticos llamados Claria, y también por la construcción de un gran templo dórico que entre otras imponentes estructuras contaba con un corredor subterráneo de mármol negro, donde los sacerdotes esperaban la respuesta del oráculo.
Fue un santuario muy popular bajo el Imperio Romano y continuó siendo visitado por delegaciones que llegaban desde regiones muy lejanas inclusive hasta el siglo IV de nuestra era; algunas inscripciones detallan el nombre de los embajadores y también de los niños que cantaban en el coro las canciones dedicadas a Apolo.
El templo era monumental; el salón oriental estaba ornado con arcos y bandas de asientos de piedra y en su centro lucía un “omphalos” o piedra sagrada de Apolo, de mármol azul. Según el culto, en la sala del oráculo había un pozo con agua sagrada, ¡y las profecías se emitían cantando, después de beber el agua!
Foto: Vía Wikimedia

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