En Anatolia, en el centro de Turquía, se encontraban algunos de los puntos más importantes de la mítica Ruta de la Seda, que llegaba a Europa desde la lejana China atravesando el continente asiático. De hecho, la industria de la seda ocupaba un lugar muy importante, y junto con las especias procedentes de Asia, desempeñó un papel central en la identificación de las culturas orientales.
La ruta que partía de la ciudad china de Xian, al llegar a Kashgar en Uzbekistán se bifurcaba, permitiendo llegar a Europa por tierra, a través de Tracia, o por mar desde Anatolia. Así la Ruta de la Seda, que también llevaban especias, porcelana, papel y otros productos, más que una ruta comercial entre Asia y Europa llegó a ser un signo de los pueblos que la utilizaron casi dos mil años, de todas las culturas y todas las religiones.
Por su ubicación estratégica, Anatolia fue considerada un puente entre el este y el oeste. Aquí se han descubierto antiguas carreteras reales del siglo IV a.C. o calzadas romanas del siglo II a.C. En cuanto a las Rutas de la Seda, Anatolia fue uno de los puntos más importantes, ya que permitía la llegada a Europa a través de sus puertos más importantes en el Egeo, el Mar Negro y el Mediterráneo.
Una de las rutas de la seda atravesaba las provincias del norte, desde Trabzon hasta Edirne, pasando por otras como Erzurum, Sivas, Izmit o Estambul. Otra cruzaba las provincias del sur, como Mardin, Konya, Isparta o Antalya. Inclusive existían extensiones, como la ruta Antalya-Erzurum, y conexiones como Sivas y Kayseri, al norte y al sur, o Anatolia con Irán y Turkmenistán. En el Mar Negro había otra ruta que llegaba desde Trabzon, al norte, y en el Mediterráneo una que tocaba toda la línea de Siria a Europa, como Antakya, Antalya e Izmir.
La Ruta de la Seda siguió siendo importante después del siglo XIV, pero comenzó a perder fuerza en los siglos XVI y XVII como resultado de los nuevos descubrimientos y el cultivo de la seda en Europa. Las caravanas con productos del Lejano Oriente comenzaron a desvanecerse, a la par que aumentaba el comercio marítimo, y a comienzos del siglo XIX las Rutas de la Seda ya no se utilizaban.
Cómo fue posible el diseño y organización de las caravanas, su impacto en la arquitectura, cómo se daba protección a las vidas y bienes de quienes atravesaban esas inmensas distancias, la construcción de lugares para el descanso de viajeros y animales, las habitaciones para los rezos… forma parte de otra historia, la historia de los karavasares, que dejaremos para nuestro próximo viaje.