Kayseri, la de los veinticuatro mausoleos
Kayseri, esta ciudad en la frontera oriental de Capadocia, a 328 Km. de Ankara, bien conectada por avión y carreteras es moderna y activa. Conocida por sus especialidades gastronómicas como el pastirma, y sus productos textiles como alfombras y sedas, su tesoro son los veinticuatro mausoleos de clara influencia persa, custodiados por las cumbres nevadas del Eciyes Dagi.
Los monumentos históricos están todos en el centro de la ciudad, de manera que se pueden recorrer a pie; los principales se agrupan en torno a Cumhuriyet Meydani, y luego se puede ver la madrasa Cifte y el Museo Arqueológico; la ciudadela está rodeada por una impresionante muralla negra de piedra basáltica, ejemplo de la arquitectura defensiva medieval y una de las pocas que se conservan en buen estado. Junto a ella veremos la mezquita Fatih Camii.
Visitaremos luego el complejo de Hunat Hatun, de principios del siglo XIII, el primer asentamiento selyúcida en Anatolia; está formado por una mezquita, un mausoleo, un baño o hamam y la madrasa. En el mausoleo reposan los restos de Hunat Hatun Turbe, fundadora de la ciudad, una mujer armenia que se convirtió al islamismo cuando su hijo subió al trono. En la madrasa se puede visitar el elegante edificio del Museo Etnográfico y el hamam que todavía funciona.
Ya fuera de la ciudadela fortificada se encuentra el bazar, muy animado, y al final el Vezir Han, un antiguo mercado del siglo XVIII, construido en piedra lava de color gris. Frente a éste la Gran Mezquita, precioso edificio de ladrillos rojos y un fino minarete coronado por una tira de azulejos azules; se diferencia de otras en que la sala de oración está cubierta por un techo plano. Alberga un almimbar de madera policromada y un mihrab de mármol blanco. Otra mezquita característica es la de Kursunlu, con sus cinco cúpulas enchapadas en plomo.
Los mausoleos de Kayseri se encuentran repartidos por la ciudad; uno de los más bonitos es el Doner Kumbet, o mausoleo giratorio, en realidad por su forma de cilindro; fue construido en 1275 para una princesa y es de una increíble delicadeza, con una decoración de motivos geométricos y animales fantásticos entre los que no falta el águila bicéfala que era el símbolo de la realeza.
Queda mucho en el tintero, pero no se debe dejar esta ciudad sin saborear los productos gastronómicos que la han hecho famosa: manti, que son unos pequeños ravioles de carne picada, suçuk, un embutido de ternera aromatizado, y pastirma, lonjas de carne de ternera seca y perfumada con especias.
Foto: Wiki Commons

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